Prometí nunca meterme a un
prostíbulo, pues iba más allá de mi dignidad pagar por sexo. En realidad no
violé esa regla, aunque no lo creas. Sí, me acosté con una puta, pero es que ella…ella fue
diferente.
Ese día llovía a cántaros como
tanto odio, mientras me dirigía a mi apartamento contemplando con frustración como
el agua arruinaba mis zapatos de 300mil
pesos. El tedio me embargaba, haciendo eco a las palabras de mi novia “no puedo
llegar hoy a tu apartamento” ¿Qué demonios
pasaba con ella? Llevábamos 3 dias sin tener sexo ¿acaso no sabe cuánto lo
necesito? Entré en una desesperación que creí disminuiría encendiendo un
cigarrillo, en cambio terminé en una cuadra llena de bares y no lo niego,
esperaba encontrarme a una tan desesperada como yo que estuviera dispuesta a
irse al apartamento de un desconocido.
Luchaba conmigo mismo para
desechar mi plan, pero la idea de llegar a masturbarme en mi cama era patética.
Entré a un sitio elegante cuya fachada me permitió pensar que sólo habría
mujeres decentes; me senté en la primera mesa que encontré y cuando detallé el
lugar descubrí que aparte de las meseras, otro tipo de mujeres de bandoneaban
entre las mesas sonriendo coquetamente. Estaba en un burdel.
Aterrado, emprendí la salida y a medio camino a pararme…la
vi. Unos ojos azules a pocas mesas se
clavaron en mi dejándome petrificado, en un segundo la detallé completica: pelirroja
de cabello largo cayendo sutilmente en sus hombros pálidos, pechos generosos, cintura
diminuta, piernas largas y un trasero que bregaba por salir de ese ceñido
vestidito azul, sin ningún accesorio más que la seductora sonrisa que me
ofrecían unos labios rosa carnosos que combinaban perfecto con la mirada de
gata que ahora a paso lento se dirigía hacia mí.
Intentando recuperar mi dignidad,
me levanté por completo en ademán de irme.
-¿un trago? – me preguntó, no sé
ni de donde había sacado el vaso de whishky que ahora me ofrecía
-am... No, me equivoqué de lugar,
ya me voy
-eso noté, pero me viste y te
detuviste ¿no? Quédate, tomate un trago conmigo
No le ponía cuidado, su voz era
tan seductora como su apariencia. Por un momento me veía a mi mismo como el
hombre lobo de las tiras cómicas que aúlla cuando ve a la corista cantar. Al
verme inmóvil, me ayudó a sentar y se sentó en mis piernas
-no…
-hummm estas feliz de verme- apenado quise quitarla pero no podía moverme,
ella por supuesto sintió que lo tenía casi hasta el ombligo desde el primer
momento que la vi.
No necesité de muchos tragos, al
final entraba con ella a mi apartamento, jamás en todas las escenas de sexo en
mi vida me había sentido igual.
No más entrar me arrojó a la cama
y se quitó el vestido dejándose los ligueros y los zapatos puestos, para mi
sorpresa no tenía brassier – me llamo Cristal- dijo, mientras me desvestía con
experticia, era realmente exquisita. La
saboree completa mientras ella
ronroneaba de una manera sutil, jugaba, sonreía, lamia, mordía y me dirigía esas miradas que sólo conseguían
excitarme más. Ella debajo era una niña
consentida, ella encima era una gata hambrienta. Se movía, satisfaciendo
cada parte de mí, con tanta suavidad y fiereza que era imposible descifrar cual
predominaba. Insaciable tuvimos sexo hasta la media noche, hasta que no pude
más y debí dormir.
Soñé con ella. Una parte de mi creía
que era un ángel, la otra parte me decía que un ángel no podía hacerlo tan
rico; debía ser un maldito demonio, que ya se había ido, que me dejaba sólo
durmiendo en la cama. Fue una sorpresa
despertar y encontrarla a mi lado.
-buen día desconocido- ya estaba
vestida y con tranquilidad se fumaba un cigarrillo.
-sigues aquí- dije con tristeza
mientras recordaba que no le había pagado, por eso seguía aquí.
-soy una mujer educada aunque no
lo creas- sonrío mientras escupía humo.
-¿Cuánto…?
-No me tienes que pagar, ayer
vine por diversión, hace mucho no tenía sexo por ganas, tú no necesitas pagarle
a nadie ¿verdad guapo? Quise acostarme contigo desde que te vi.
Desconcertado no supe que decir,
ella supo desde el principio que me había equivocado, en parte me sentí halagado, pero en mi garganta se atascaba una
pregunta que al final escupí torpemente.
- amm... tu eh... ¿tienes novio?
-¿eh? – me miró con cara de
fastidio, tal vez ya le habían preguntado eso muchas veces.
-pues es que me di cuenta que no
besas a los clientes ¿no? Conmigo no lo hiciste.
-ahh- sonrió aliviada- no beso a mis clientes, pero tú no me pagaste
verdad?
Se acercó a mí y me besó, el
mejor beso de mi vida. Claramente de nuevo me emocioné.
-hey¡¡- dijo con picardía - si que
te excitas con rapidez, pero debo irme guapo...Me divertí.
Dio media vuelta y caminó a la
salida - ¡¡me llamo Pablo¡¡- grité patéticamente mientras un demonio con cara
de ángel desaparecía de mi vista mientras cruzaba la puerta de mi apartamento.